
12 May El sesgo de acción
Los futbolistas cuando tiran un penalti chutan en un tercio de los casos al centro de la portería, en un tercio a la izquierda y en un tercio a la derecha. ¿Qué hacen los porteros? Se lanzan en plancha un 50% de las veces hacia la izquierda y un 50% a la derecha. Muy pocas veces se quedan en el centro, aunque un tercio de los balones entra por ahí. ¿Por qué? Porque parece mejor y menos vergonzoso tirarse al lado equivocado que quedarse quieto y ver pasar el balón por la izquierda o la derecha. Ese es el “sesgo de acción” (action bias): estar activo, aunque no sirva para nada.
Este sesgo también lo vemos mucho entre los inversores en la bolsa. Ante situaciones nuevas o poco claras los inversores caen en una especie de hiperactividad en vez de esperar y analizar la situación.
El sesgo de acción puede verse también en el mundo de la empresa y entre los médicos. Un médico con un paciente con un cuadro clínico poco claro, y ante la disyuntiva de intervenir o no, es decir, recetarle un medicamento o aguardar, tiende a elegir la variante activa. El sesgo de acción le mueve a ello.
¿Por qué existe el sesgo de acción? La mayoría de los psicólogos han explicado este sesgo a partir de razones evolutivas. En un entorno de cazadores-recolectores, para el que estamos preparados, la actividad cuenta más que la reflexión. En el pasado, reaccionar rápido era vital para sobrevivir. Reflexionar podía ser mortal. Sin embargo, la sociedad actual se parece bien poco a aquella que conocieron nuestros predecesores, por lo que muchos de los problemas que se nos plantean se resolverían con más acierto en caso de que nos parásemos a pensar.
A pesar de ello, la sociedad sigue favoreciendo la acción y valorando a las personas enérgicas capaces de tomar decisiones arriesgadas y rápidas. No recibirás honores, ni medallas, cuando tomes la decisión correcta gracias a esperar por el bien de la empresa, del estado o de la humanidad. Si has demostrado resolución, has actuado rápidamente y una situación ha mejorado (aunque sea por casualidad), entonces tienes posibilidades de recibir un gran reconocimiento. Nadie nos aplaudirá por no hacer nada. La sociedad prefiere una actuación irreflexiva que una espera sensata. Es interesante observar que hay un creciente sesgo hacia “tomar acción” en la vida moderna que afecta otra disciplina probablemente más importante: pensar.
Ante situaciones poco claras, experimentamos el impulso de hacer algo, cualquier cosa, ayude o no. Después nos sentimos mejor, aunque la situación no haya mejorado realmente. Resumiendo, tendemos a actuar demasiado rápido con demasiada frecuencia. Por eso, si la situación no es clara, es mejor no hacer nada, hasta valorar mejor la situación. “Todas las desgracias de las personas consisten en que no son capaces de quedarse quietas en una habitación”, escribió Blaise Pascal. Es importante glorificar menos el hecho de tomar acción y detenernos un poco para analizar nuestros planes y acciones. Necesitamos tomar decisiones pensadas para realmente poder mejorar nuestras actividades y sobresalir en las áreas que buscamos.
– Publicación basada en un capítulo del libro: “El arte de pensar” de Rolf Dobelli.
– El estudio del fútbol procede del investigador israelí Bar Eli, que analizó cientos de penaltis.
Publicado en la página de perfil de LinkedIn de José Miguel Moreiro.
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